Hoy seguimos con la vuelta a la cocina que es casi como la vuelta ciclista en mi casa. Poniéndome al día e intentando tener comida hecha para toda la semana laboral.
Esto de tener que preparar la comida para el tupper de antemano es un poco pesado a veces y hay días de salir de casa corriendo con un aguacate y un tomate y otros (cuando hago los deberes) de salir con un buen plato de comida bajo el brazo. Una de las cosas que más cunde, mejor aguanta en la nevera y mejor se calienta en la oficina son las legumbres.
En este caso unos frijoles de Castilla, que se llaman así aunque son peruanos y son unas de las tantas legumbre que me traigo desde mi tierra en cada viaje. Son unas judías blancas pequeñitas y muy tiernas. Seguro que se pueden sustituir fácilmente por algunas de las judías locales. En este caso los hice como una especie de sopa con verduras y me han salvado la semana. Os lo cuento.
Ingredientes
Lo primero con las judías o frijoles es que hay que tener en cuenta que hay que ponerlos a remojar la noche anterior. Así que hay que planificarse. Una vez remojados al día siguiente los colamos y los lavamos un poco.
Vamos a picar la zanahoria en rodajas, el ajo en trocitos, los pimientos sólo les quitamos los tallos y las pepitas, el nabo pelado y entero, el puerro en rodajas anchas.
Calentamos un poquito de aceite, muy poco y sofreímos un poco el puerro con el ajo y la panceta, que dore un poco (así le vamos a dar sabor a esto). Luego añadimos el pimiento y le damos un poquito. Añadimos el resto de verduras, las judías y agua hasta que las cubra. Le añadimos el cubito de caldo de verduras y una pizca de sal y lo dejamos a su bola a fuego bajito, haciendo lo suyo.
Como a media cocción les vamos a echar un vasito de agua fría. Cuando las judías estén hechas dejamos un ratito más reduciendo y listo. Esto casi se hace sólo. Es pura verdura y lo que os digo, un plato de batalla para aguantar bien la semana en la oficina!